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Azulejos

3 agosto, 2010

Puse a hervir el agua para tomar unos mates y mientras esperaba que se calentara me quede mirando los azulejos detrás de la cocina. Están puestos mas o menos desde que la casa fue construida. Son rectángulos de 20 x 15 de color beige y que repiten de modo geométrico un motivo con una cesta cargada de cerezas. Con unas palabras en francés que (intuyo) es la descripción de la imagen. Los azulejos están afectados por el tiempo, por el calor. Se ven los contornos algo grasosos. La línea que separa uno de otro se que solía ser amarilla. Ahora es oscura.

Y los miro. E imagino. Y recuerdo. Y giro mi cabeza y veo detrás nuestra antigua heladera. Era bajita, apenas de 1.60. No tenía freezer. Era marrón. Y a la derecha veo la mesa. Cuadrada. Revestida con laminas símil madera y con una base de caños algo tosca. La veo con los bordes ajados y separados por la humedad donde podías ver el terciado del aserrín.

Y voy por el pasillo a la habitación de mis padres. Con el viejo placard que en vez de perillas, tenía unos aros para asir y abrir la puerta. Apenas dos. Y unos cajones por debajo, dos de cada lado. Para las cosas de él. Para las cosas de ella. La cama, que no era sommier, era cama. Con listones de madera. Con patas cuadradas. Duras. Con dos mesas de luz, con vidrio por encima y entremedio algunas fotos de su casamiento y de mi cuando tenía un año.

Y atravesando la puerta corrediza mi habitación. Con la misma cama que tengo ahora. Con las mismas marcas en la madera que supe hacer cuando era más joven. Mi nombre. Alguna otra cosa escrita. Nada con mucho sentido. Mi ropero. Amarillo. Que me parecía enorme y que cuando lo veo hoy lo veo mínimo. Los cajones. Escondidos tras las puertas. Que aun tienen el mismo problema para abrirse. Se traban y hay que correrlos suavemente, para que salga parejito.

Mi antigua casa. La misma de ahora. Pero la de antes. La que era antes de todos los cambios. La que cobijó mi infancia. La que vio escribir mis primeras líneas de ficción. Donde aprendí inglés, mirando películas. Detrás de ese azulejo manchado de años y grasa y tiempo.

El agua comenzó a hervir y tuve que volver rápidamente a la situación inicial. Vacié la pava. Volví a llenarla de agua y la puse nuevamente sobre el fuego. Volví al azulejo. Volví a mi antigua casa. Pues todavía me faltaba recorrer el living y el patio.

Un comentario

  1. Que buen relato… muy buena la forma de narrarlo. Haces que uno camine a la par



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